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jueves, 25 de junio de 2009

La educación salvadoreña del siglo XXI: la urgencia de lograr lo propio en la lucha por la identidad nacional.

PRIMERA PARTE

Dr. Pedro Ticas

www.drpedroticas.es.tl

En distintos artículos periodísticos y en algunos de mis libros, particularmente en “Prolegómeno de una antropología educativa salvadoreña” publicado en 2007 por la Universidad Pedagógica de El Salvador, he señalado que el tema de la educación requiere de un sinnúmero de valoraciones filosóficas, empíricas y reconformaciones epistemológicas, así como del diseño de políticas de gobierno estructuradas en virtud de lo histórico, lo humano y lo contemporáneo de lo nacional en el marco de lo internacional. Esto implica la pluri-participación de todo lo que hace a la Educación como una expresión esencial de la Cultura Nacional. Pensar la Educación constituye en sí mismo, pensar la identidad cultural, la independencia y la capitalización de lo particular que hace sustantivo lo general en cuanto se constituye como la pequeña unidad de pensamiento propio que cada nación y estado moderno se obliga a crear, producir y aportar al mundo.

Sin duda que las premisas indispensables requieren de responder infinidad de preguntas históricas en el plano de lo conceptual y práctico, pero quizás debemos comenzar por preguntarnos si ¿realmente ha existido un verdadero Sistema Educativo Nacional ?. La respuesta no es fácil debido a que este país ha sido instrumento de laboratorio y experimentación de políticas educativas supeditadas a modelos económicos externos que en esencia, muy poco o casi nada, han aportado al desarrollo de las ideas, la integración de las mismas y a la producción científica multidisciplinaria nacional, es decir, que la educación ha adquirido una filosofía mecánica del conocimiento en formar técnicos con escasa cultura general y desarrollo académico. Sin duda que dicha apuesta política gubernamental han sido deterministas para el desarrollo del pensamiento escolarizado, académico e intelectual.

En este marco, Pensar la Educación y su respectiva Política Pública requiere de la más amplia elaboración histórica de los hechos que la construyen, tanto en el plano intelectual, material y político. La educación resulta de los procesos acumulativos que las sociedades construyen durante sus distintas etapas de formación, desarrollo y transformación, en tal caso, el pensamiento se transforma de acuerdo a las exigencias y formas de producir el mundo, aunque desde luego, de acuerdo a las circunstancias propias de cada sociedad, las formas de producir el mundo varían de acuerdo a sus propias condiciones, esto es, el modelo educativo que resulta de lo propio fortalecido por lo externo vrs el modelo que resulta de lo externo sin inclusión de lo propio.

La Política Educativa no resulta únicamente de la decisión administrativa de implementar una Política Pública, más bien, es el resultado del proceso histórico, filosófico, académico y técnico que supera la superficialidad del ejercicio del conocimiento convirtiendo el saber en ciencia y el mismo pensamiento en verdadero desarrollo y progreso, en definitiva, la Política Educativa se establece a partir de cometidos históricos, culturales, económicos y sociales que construyen una nación en función de su propio devenir[1]. Desde luego que como toda política, por su carácter responde a una serie de enunciados administrativos que la hacen tangible, errónea o certera en su concepción u aplicación, en todo caso, corresponde a los diseñadores y aplicadores de esas políticas, elaborar los estudios respectivos con la finalidad de identificar los problemas y proponer las soluciones pertinentes.

Discutir y Pensar sobre la Educación Nacional exige un sinnúmero de consideraciones de orden histórico e historicista (cronológico) pero fundamentalmente, de incorporar al debate a todos y cada uno de aquellos que han participado en la construcción teórica, pedagógica y metodológica de múltiples métodos, formas, técnicas y modelos de enseñanza escolar en las cuales sus aportes intelectuales han incidido tanto en la formación académica como cultural. Sin duda que discutir sobre la problemática educativa nacional tanto en sus alcances y limitaciones demandaría mucho más tiempo e investigación, la misma disimilitud de sus variables históricas harían imposible un recuento acabado y exacto de la historia educativa salvadoreña, sin embargo, resulta importante e imperativo observar la Educación desde el pensamiento universitario que debido a su exclusión, muy poco ha producido en la organización escolarizada de la nación. Pese a esta condición histórica, este siglo XXI exige nuevas demandas, modernos procesos de integración de las particularidades e identidades étnicas, económicas, educativas, tecnológicas, académicas y humanas internas y externas para cada nación. Los pequeños mundos creados y fomentados durante los siglos anteriores deben comprenderse como el pasado oscurantista de las asimetrías históricas de los estados, por ello, la responsabilidad y el compromiso histórico del pensamiento universitario debe dejar de ser isleta y convertirse en producción intelectual constante, integradora, forjadora de conocimiento, progreso, ciencia y humanismo. En este espíritu, merecen especial atención las contribuciones teóricas del pensamiento de la Universidad Pedagógica a la cual desde luego, su mismo cometido le impone el desdoblamiento filosófico de trascender hacia la actividad académica de toda la nación.

Definimos como particularidades e identidades a todas las formas de expresión institucional, cultural, económica, social, grupal e individual manifiestas en cualquiera de las formas de la actividad humana simple y compleja.[2] Hoy, sincrónicamente con la historia de las sociedades, las nuevas formas de presencia de estas identidades requieren del desarrollo de sus principales elementos, de aquellos que las conforman, agrupan y reproducen, de manera que el todo social se articule funcionalmente. En este siglo, pensar la identidad filosófica-educativa de la universidad significa la interacción intra e inter-sistémica institucional. Las identidades de hoy ya no son las identidades cerradas de los micromundos de los siglos anteriores, con ello, debemos comprender que sólo su fortalecimiento interno les posibilitará el mejor intercambio con otras identidades, de lo contrario sus posibilidades de existir y posteriormente ocupar un lugar en la mega etnicidad se limitarán hasta su propia reducción.

Epistemología de la Educación: nuestra propuesta

El tema educativo requiere mejores y nuevas formas de discusión y estructuración teórica, epistemológica, histórica, filosófica y metodológica, todas ellas, en función de la responsabilidad social vista más allá de las contemplaciones ecológicas, naturalistas o de su cometido social; la buena educación implica elevar la calidad del conocimiento científico, técnico y académico, fortalecer la identidad, el nacionalismo, desarrollo, progreso y la competitividad internacional de ese conocimiento expresado en cualquiera de sus formas. Para lograr este cometido se requiere imperativamente de conceptualizar, diseñar y ejecutar una política educativa institucional fundamentada en una misma categoría que se interrelaciona, intervincula e interactúa con el resto de categorías y conceptos que conforman el quehacer educativo, esto es el METODO. Sin duda que en su forma (información, conocimiento) la educación varía de acuerdo a los tiempos y espacios, pero en su contenido (Método) se constituye su propia identidad teórica, filosófica, epistemológica, técnica y metodológica, eso hace la diferencia entre el HACER y el SABER, entre hacer ciencia y producir ciencia, entre enseñar y educar. Se trata de un proceso de ascensión de lo abstracto a lo concreto, es decir, de la transformación de las ideas mediante la intervención de la realidad y viceversa, un proceso de superación del conocimiento mediante su propia transformación, su propia realización. Proponer el Método significa su observancia epistemológica, la ruptura de sus interpretaciones, la formulación de nuevas particularidades cognitivas, técnicas y metodológicas y la verificación y atribución de su propio modelo (paradigma)[3]. La observancia epistemológica implica acercarse, conocer, vigilar y controlar la aplicación de las formas técnicas y metodológicas utilizadas para enseñar, aprehender y educar. La observación constante aporta múltiples indicadores para el ejercicio humano de educar, con ellos, se conforman diversas categorías claves para el sistema que permite la conexión entre el saber y el hacer, de manera que entre las figuras del emisor y receptor media el Método, es decir que la información que el emisor proporciona puede ser controlada (entendida) por el receptor de acuerdo al proceso epistemológico que se emplee. Todos los receptores (estudiantes) reciben la misma información pero cada uno la interpretará (significado) de manera distinta, esa diferencia es obra del Método. Por su parte, la ruptura de sus interpretaciones refiere la Unidad y transformación de las mismas a partir de propuestas adherentes a la realidad cambiante pero a su vez constante en el conocimiento de tal suerte que los modelos expresen su consistencia epistémica, técnica y metodológica para que su accionar empírico trascienda la especulación teórica y alcance la designación de lo objetivado. Resuelto el tema de la ruptura, las particularidades adquieren una función técnica-metodológica singular a las múltiples formas de enseñar con el preciso objetivo de educar en el saber. Sin duda que formular nuevas particularidades comprende la constante verificación y atribución de modelos propios sincrónicos con disimiles realidades. Pensar y hacer educación en la heterogeneidad histórica, económica y cultural de las pluralidades étnicas, exige la más amplia contrastación entre teoría y realidad, entre pensamiento y realización de ese pensamiento, el cual, sin menester de su diversidad, debe lograr la unicidad de sus razones colectivas y la multiplicidad de sus funciones.

Al respecto, la Universidad Pedagógica de El Salvador se fortalece frente a las demandas que caracterizan a las sociedades competitivas actuales. La globalización del conocimiento dejó de ser un PROYECTO AMBICIOSO y se convierte en CONDICION DE SUBSISTENCIA SISTEMICA para cada una de las sociedades en este siglo. En materia educativa, las nuevas exigencias de calidad, compromiso social, identidad, competencias y competitividad constante son y serán en los próximos cien años, el reto principal para cada una de las instituciones de enseñanza académica, fundamentalmente de aquellas de nivel superior en las que particularmente lo Educativo ha sido objeto de trabajo y NO sujeto prioritario para el desarrollo y el progreso nacional[4]. Desafortunadamente, en algunos países latinoamericanos, tal separación entre el conocimiento y el progreso nacional ha sido provocada por agendas políticas nacionales copiadas o impuestas desde modelos de organización del Estado que muy poco han impactado en el crecimiento socioeconómico de ellos mismos, en tal caso, la Educación ha sido objeto del más abrupto paso del SABER al HACER en el cual, su práctica empirista ha quebrantado su propio espíritu filosófico, humano, social y científico. En El Salvador, apenas iniciamos un nuevo siglo y las convulsiones políticas, socioculturales nacionales no esperan. Se trata del siglo del CONOCIMIENTO vrs INSTRUCCIÓN, se trata de nueva cuenta, de una nueva división internacional del trabajo que pone en evidencia los enormes rezagos nacionales de más de dos siglos, condición nada estimulante para el crecimiento y desarrollo. Pese a esta condición, el estado nacional cuenta con los instrumentos necesarios para ordenar un proceso de inserción mundial con dignidad y respeto, sin embargo, hasta el momento, parece no ser punto de agenda y menos aún, de proyecto de nación. En realidad, hoy en día, el estado nacional debe elaborar su propio Directorio sobre sus propios recursos institucionales, materiales y especialmente de aquellos recursos humanos que producen CONOCIMIENTO, así se realiza en otros países en los cuales las EMPRESAS INNOVADORAS entienden que el TALENTO constituye el principal CAPITAL de una empresa, institución o entidad social. En este marco de alternancia, contrapuestos o alternancia entre el CONOCIMIENTO y el INSTRUCCIONISMO, la universidad constituye uno de los recursos nacionales más importantes, su propia identidad y su cometido institucional rebasan la esfera de lo privado cumpliendo su cometido público a través de su producción teórica-educativa nacional que conceptualiza, dinamiza y ejecuta un Modelo Educativo Nacional Integral tanto en los planos teórico, metodológico y empírico.

Nos enfrentamos al siglo de mayores contrapuestos en la historia de las sociedades. Hoy, la distancia entre sociedades industrializadas y sociedades rezagadas se marca con más claridad y la diferencia entre el conocimiento y la ignorancia se hace más evidente. La sobreproducción material de los países industrializados generada en los últimos 100 años convierte a buena parte de países latinoamericanos en simples mercados domésticos. En el mismo orden, el conocimiento adquiere un nuevo valor. Ahora, a través del TLC, la compra de conocimiento científico-académico adquiere doble dimensión, por ello, los países industrializados diseñan políticas educativas para formar fuerza de trabajo técnica orientadas a crear una enorme masa de reserva calificada que responda a las exigencias de las posibles sociedades cibernéticas del siglo XXII, y aunque los avances educativos en su nivel técnico son importantes para un grupo de población, el mismo diseño nace con la contradicción de necesitar el conocimiento especializado que facilite el crecimiento de la masa técnica latinoamericana, por ello, el Banco Mundial se apresura a establecer clasificaciones de países “aptos” y “no aptos” de manera que, de nueva cuenta, aunque matizada, la teoría Darwiniana de la “sobrevivencia del más apto” resurge en el destino de las naciones dependientes.

Una lectura preliminar de las condiciones del Banco Mundial indica las nuevas exigencias teóricas, técnicas y tecnológicas en Educación Superior que demandan mayor involucramiento del profesorado con respecto al alumno con el objetivo de motivar su interés por el aprendizaje. Para cumplir dicho cometido, el profesor deberá elevar su conocimiento teórico, metodológico y didáctico. Formular y diseñar programas de asignaturas de acuerdo a las demandas sociales, introducir tecnologías, planificar, organizar, evaluar, informar y lograr mayor participación de los alumnos, son algunos de sus cometidos. En el mismo sentido, si bien pueden alcanzarse nuevas formas de Hacer Educación, también se corre el riesgo de caer en las más absolutas determinaciones que obstaculizan el conocimiento teórico-científico ocultado por interpretaciones generales del saber común. Por ejemplo, la libertad de cátedra mal entendida puede significar eludir las propias responsabilidades de enseñanza a cambio de supuestos modelos de “participación” y “discusión” entre los alumnos, desde luego que la participación y discusión es indispensable, pero la obligatoriedad de enseñar bajo las exigencias académicas que superen el empirismo a ultranza, es y será responsabilidad de la institución y del profesor. Asimismo, el profesor se obliga al aprendizaje continuo, a la competencia y competitividad permanente con similares nacionales e internacionales, sobre todo, frente al nuevo orden mundial de la economía regionalizada que ahora se articula a través de los llamados Tratados de Libre Comercio. En definitiva, el tema de la Educación Superior debe convertirse en punto de agenda nacional que articule un sistema educativo desde el nivel preescolar hasta la educación superior con sentido de nación. En esa línea, las exigencias por la calidad académica docente y profesional son de primer orden, sólo de esta manera logramos responder a la necesidad sistémica de la enseñanza-aprendizaje que deriva cualificadas formas de proyección social entendida como la unicidad y el intervínculo entre cada una de las partes que conforman la sociedad nacional[5].

Pensamiento Universitario

Sin duda que para algunas sociedades, el concepto de INNOVACION EDUCATIVA aparece como novedoso y deslumbrante, sobre todo en aquellas con instituciones y políticas de enseñanza-aprendizaje con predominante orientación filosófica positivista (empírica, pragmática) en las cuales, las relaciones epistemológicas del conocimiento científico verificado por su realidad, ha sido substituida por el practicismo, el tareismo y la práctica imbrica y especulativa. Esto se debe a una serie de confusiones conceptuales sobre Innovación Educativa en la que los avances tecnológicos electrónicos, bioquímicos o satelitales así como otras muy propias de las ciencias naturales, exactas y físicas, están substituyendo el conocimiento por el instruccionismo mecánico.

En realidad, la INNOVACION EDUCATIVA comprende cada nueva forma didáctica, lingüística, simbólica, teórica, empírica o metodológica que el maestro utiliza para la explicación científica de las ideas en el marco de sus propais circunstancias y sus propias realidades, por tanto, INNOVAR "implica creatividad, transformación, dinamismo, articulación sistémica entre sus partes y particularmente conocimiento. Se construye a partir de la interacción e intervínculo de todos los órganos que hacen posible la existencia y funcionabilidad del sistema y su condición sincrónica depende de su representatividad de la realidad”[6], por ello, en la “educación escolarizada, lo más importante se expresa en el METODO sobre los que se desarrollan contenidos temáticos, los cuales finalmente, generan escuelas de pensamiento con sus propios procesos técnico-metodológicos[7].


[1] Ticas, Pedro, Políticas públicas y gobernabilidad, Ed. CCC, México, 1994. Pág. 213

[2] Ticas, Pedro, Cultura y progreso: las formas sincréticas de la educación, El Día, México, 12 de julio de 1992. Pág. 11

[3] Ticas, Pedro, Ibídem.

[4] Ticas, Pedro, Prolegómeno de una antropología de la educación salvadoreña, Ed. Universidad Pedagógica de El Salvador, El Salvador, 2007. Págs. 111-112

[5] Ticas, Pedro, Op. Cit. Pág. 119

[6] Ticas, Pedro, Antropología Educativa, Ed. CCC, México, 1994. Pág. 165

[7] Ticas, Pedro, Op. Cit. Pág. 223

1 comentario:

Anónimo dijo...

He leido el articulo del Dr. Pedro Ticas, los felicito. Escribe muy bien y sus ideas son muy claras. Deberiamos tenerlo como MINISTRO DE EDUCACION, se ve que es uno de los mas grandes intelectuales de este pais. Felicidades Dr. y a Cultura con Vos por ponerlo en internet.
Lic. Federico Luna
Catedratico UES