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jueves, 24 de mayo de 2012

CARLOS FUENTES POR LA MEMORIA Y PARA EL CAMINO


CARLOS FUENTES POR LA MEMORIA Y PARA EL CAMINO Considerado el fundador de la novela modernista en México, falleció el pasado 15 de mayo, dejando una vasta producción literaria, cinematográfica, teatral y social. Sorprendido y sorprendidos por la muerte, esa segura pero nunca bien llegada realidad, se refería a ella, en su obra Esto creo, como Enemiga y, más que enemiga, rival, cuando nos arrebata a un ser amado. Qué injusta, qué maldita, qué cabrona es la muerte que no nos mata a nosotros, sino a los que amamos", palabras que además fueron citadas en su funeral por el mandatario mexicano Felipe Calderón. Desde muy joven destacó en los círculos culturales de los distintos países en los que vivió y fue el creador de la expresión “territorio de La Mancha”, una fórmula afortunada que expresa la diversidad y la complejidad de las vivencias existenciales y culturales que unen la Península Ibérica y América del Sur. En 1975 acepta el nombramiento de embajador de México en Francia, como homenaje a la memoria de su padre. Durante su gestión, abre las puertas de la embajada a los refugiados políticos latinoamericanos y a la resistencia española. En 1977 renuncia a su puesto de embajador en protesta contra el nombramiento del ex presidente Díaz Ordaz como primer embajador de México en España después de la muerte de Franco. Recientemente, en el marco del Festival Hay de literatura que se celebra en Cartagena, Colombia, el escritor mexicano consideró que la legalización de las drogas es la única solución a los problemas que padecen México y otras naciones de América Latina derivados del narcotráfico,y se mostró favorable con la candidatura de López Obrador para las elecciones federales de México 2012. audio “Creo que la política del presidente Calderón no es una política adecuada, porque se trata de un enfrentamiento directo con ellos (los narcos), que a veces ganan ellos, a veces gana el gobierno, pero hay 50 mil muertos y a los parientes de los 50 mil muertos no les importa de qué lado estaban las víctimas, simplemente dicen ‘mataron a mi hijo’, ‘mataron a mi padre’, ‘mataron a mi suegra’, lo que fuera, entonces están en una situación política extraordinariamente grave”, dijo el escritor, quien esperó también que el gobierno mexicano desarrolle pronto una nueva política para resolver esta situación de violencia, probablemente la descriminalización de las drogas.
A su obra narrativa el propio Fuentes la llamó la Edad del tiempo, e incluye títulos como Los días enmascarados (1954), La región más transparente (1958), La muerte de Artemio Cruz (1962), Gringo viejo (1985), La silla del Águila (2003) y La voluntad y la fortuna (2008), sobre la violencia ligada con el narcotráfico. Entre sus ensayos destacan títulos como Cervantes o la crítica de la lectura (1976), Los 68 (2005), y La gran novela latinoamericana (2011). Cuestionó durante toda su vida a su país, por ser incapaz de construir una democracia más auténtica y desde la literatura encaminó a la narrativa en lengua española hacia la modernidad. Escuchemos lo que opinaba en relación al Bicentenario
Cultura con Vos, los invita a conocer más de la obra y vida de Carlos Fuentes, hombre genial en múltiples campos, y a escuchar fragmentos de su pensamiento y/o de sus personajes literarios en audios que estaremos transmitiendo hoy a partir de las 5 PM por el 91.7 de FM o por nuestra web ysuca.org

lunes, 14 de mayo de 2012


 
Están vivos


Benjamín Cuéllar, director del IDHUCA
11/05/2012

Consultar un diccionario de vez en cuando resulta ser un buen ejercicio. Más en este país, donde abundan palabreros que hablan y hablan intentando justificar lo injustificable. En ese afán, al buscar en el de la Real Academia Española el significado de “probable”, encontramos lo siguiente: “Verosímil, o que se funda en razón prudente. Que se puede probar. Dicho de una cosa: que hay buenas razones para creer que se verificará o sucederá”. ¿A cuenta de qué se trae hoy a colación esto? Sencillo. Hace un par de días, Ulises del Dios Guzmán, en una de sus acostumbradas y locuaces declaraciones, afirmó “que los probables homicidios de los jesuitas ocurrieron en una fecha anterior a la reforma del artículo 28 de la Constitución y antes de la reforma que se dio en 2000 el texto del referido artículo no permitía la extradición de los salvadoreños en ningún caso”.
Esto, según él, para explicar por qué la Corte Suprema de Justicia —a la cual llaman “honorable” sin merecerlo— decidió no extraditar a los militares reclamados por la justicia universal por su participación en la masacre ocurrida en 1989 en nuestra universidad. Larga e innecesaria espera para responder a esa genuina exigencia de la justicia universal, a través de la Audiencia Nacional de España. Larga porque la petición fue hecha en enero del presente año; innecesaria porque la decisión de proteger a estos individuos se tomó incluso antes de la ejecución sumaria de ocho personas indefensas: Julia Elba Ramos, su hija Celina y los seis sacerdotes jesuitas.
Sí, de eso que no le quepa duda a nadie. Fue en la noche del 16 de noviembre de 1989 cuando se decidió hacerlo y quedó establecido semejante compromiso. Y hasta la fecha, a lo largo de todos los Gobiernos de la posguerra, los componentes del aparato estatal salvadoreño se han sometido al absurdo. Los intocables de entonces siguen siéndolo por decisión oficial de todos los poderes. En esta perversa conspiración de mentira, silencio e impunidad, también es partícipe la Asamblea Legislativa al aprobar y mantener vigente durante casi dos décadas una amnistía contraria a todos los estándares internacionales de derechos humanos. De esa forma, ha facilitado la utilización del falso argumento que dice que todos los acusados por el juez Eloy Velasco ya fueron amnistiados. No es cierto. Los miembros del alto mando castrense de esa época, reclamados hoy por la justicia universal, no lo fueron; así lo dejó establecido una juez de paz en diciembre de 2000.
El Ejecutivo los defendió siempre mientras estuvo en manos de Arena. Con Mauricio Funes, que llegó a ese cargo montado en el FMLN, nueve de los acusados no tuvieron problemas para refugiarse en el cuartel de la desaparecida Guardia Nacional (administrado por el ministro de la Defensa Nacional). El entonces director general de la Policía Nacional Civil tampoco los capturó, sabiendo dónde estaban escondidos y habiendo dicho que lo haría. Ambos funcionarios tenían un mismo jefe: Funes. Salieron de su guarida hasta que la Corte —cuesta decirle “suprema” y más aún “de justicia”— determinó que podían hacerlo.
El último acontecimiento de esta historia, pero no el último capítulo, es la decisión antes señalada: nueve de quince magistrados decidieron no extraditar a trece imputados. Difícil era que sucediera otra cosa. Y por eso, precisamente, la Compañía de Jesús continuó y continúa su lucha en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. La justicia universal, a través de la Audiencia Nacional de España, ha intentado procesar y condenar a estos individuos que gozan de la ilegal e ilegítima protección estatal. Con ese esfuerzo, se logrará que tengan como prisión los poco más de veinte mil kilómetros cuadrados de territorio nacional. Qué bien. Pero en la Comisión Interamericana lo que se pretende lograr es que se produzcan los cambios necesarios en el aparato estatal para que ya no siga protegiendo a estos ni a otros criminales.
Al hablar “de los probables homicidios de los jesuitas”, una de dos. O para Ulises del Dios Guzmán aún no se ha probado que hace más de veintidós años ejecutaron, en esta universidad, a seis sacerdotes junto a una mujer y su hija, aunque piensa que es “verosímil”; o, como afirma el diccionario, tiene “buenas razones para creer” que eso va a ocurrir. Como sea, más allá de las rapacidades oficiales y las patrañas pseudolegales con las que pretenden justificarlas, nuestros mártires tienen más vida que nunca, porque, como monseñor Romero, ya resucitaron en el pueblo salvadoreño que clama verdad, justicia y paz.